viernes, 3 de junio de 2011

Geopolítica de la cultura



La homogenización está presente actualmente en el mundo, esto a pesar de las fracturas sociales y económicas, las crispaciones nacionalistas y los repliegues de identidades, a su vez, la idea de que existe una necesaria tendencia a la unificación cultural del mundo no es sólo contemporánea.

Este texto nos invita a reflexionar que aunque se piense que las técnicas de comunicación a larga distancia equilibran todos los países del planeta con la desaparición de las desigualdades, también son una forma de proyectar a la humanidad hacia una lucha por la supremacía de ciertas sociedades sobre otras, engendrando de este modo una jerarquía de naciones.

Me agradó en particular la explicación del capital de cultura dado a que tiene mucha razón: primeramente está constituido por cosas, objetos materiales tales como libros, cuadros, instrumentos, etcétera, cada uno con su duración probable y su fragilidad, sin embargo ese material no sirve por si sólo. Para que el material de la cultura sea un capital, exige a su vez la exigencia de hombres que lo necesiten y que puedan utilizarlo. Estos hombres deberán tener sed de conocimientos y de capacidad de transformaciones interiores, y que sepan, por otra parte, adquirir o ejercer los hábitos y la disciplina intelectual. Por desgracia, con el paso del tiempo estos hombres han desaparecido, provocando una crisis en el capital.

La norteamericanización ha sido un factor importante en esta hegemonía de culturas, y esto brota a partir de que adormecidas por un mercado en el que encuentran pocos competidores capaces de rivalizar con ellas, las propias firmas multinacionales norteamericanas adoptaron el término de americanización para denominar la conducta de sus múltiples implantaciones.

Los cuatro factores del poder y la integración (armas, medios de comunicación, economías e ideología) están convirtiéndose en mundiales. La noción de globalidad, por consiguiente, es fundamental. El mundo no es una "aldea global", sino una "ciudad global" porque los medios de comunicación y la informática han creado una sociedad de elementos extraordinariamente entrelazados, un nudo de relaciones interdependientes, nerviosas, agitadas y tensas, a la inversa de la confianza mutua y la estabilidad recíprocamente reforzada que caracterizan la intimidad de una aldea. En este mundo entrelazado, Estados Unidos representa la primera sociedad global de la historia, principal centro de propagación de la revolución tecno trónica. Es la sociedad que "comunica" más que otra cualquiera, toda vez que 65% del conjunto de las comunicaciones mundiales parten de ella y que es la que lleva más ventaja en la puesta a punto de un cuadro mundial de la información. Sin embargo, es la única en haber conseguido proponer un modelo global de modernidad, esquemas de comportamiento y valores universales. Ya sea a través de sus producciones culturales o de sus modas.

Actualmente vivimos en una era de comunicaciones globales. Los científicos y los tecnólogos han realizado lo que los militares y los hombres de Estado intentaron establecer desde hace mucho tiempo sin conseguirlo: el imperio global. Este es el modo como, según el texto, mercados de capitales, productos, servicios y técnicas de fabricación, todos se han convertido en globales por naturaleza, dando como resultado que las firmas consideran que tienen que competir cada vez más a través del mundo entero. También se habla, por ejemplo, de que la globalización es de cierta forma un mecanismo en el que ya no es tan necesario rendir cuentas.

Respecto de los "juegos combinados" y los"cruces" entre las culturas de un mundo cada vez más complejo, han surgido nociones que intentan dar cuenta de estas combinaciones y de estos reciclajes de flujos culturales transnacionales por parte de las culturas locales: hibridación, criol1izacián y mestizaje. La globalización de la cultura  no es lo mismo que su homogeneización. Pero la globalización implica el uso de una variedad de instrumentos de homogeneización (armamentos, técnicas de publicidad, hegemonía de ciertas lenguas, formas de vestir) que son absorbidos por las economías políticas y culturales locales, únicamente para ser repatriados como diálogos heterogéneos de soberanía nacional, de libre empresa y de fundamentalismo, en los cuales el Estado juega un papel cada vez más delicado.

Por otro lado, Internet y ciberespacio fueron en su momento la promesa de una nueva sociedad en la que los grandes desequilibrios socioeconómicos encontrarían solución. Esta creencia en la virtud salvífica de las técnicas y las redes de comunicación no es una novedad: vuelve a encontrarse con ocasión de cada evolución tecnológica.

Para una "sociedad de la información" el principal enemigo es la entropía; La cantidad de información en un sistema es la medida de su grado de organización; una es el negativo del otro. La información, las máquinas que la tratan y las redes que tejen son las únicas que están en condiciones de luchar contra ese impedimento para circular en todos los sentidos. La sociedad de la información no puede ser sino una sociedad en la que la información circule sin trabas. Por definición es incompatible con el embargo o con la práctica del secreto, la desigualdad de acceso y la transformación de todo lo que circula en mercancía. La persistencia de estos factores no puede sino favorecer el avance de la entropía. En otras palabras, hacer que retroceda el progreso humano. Al señalar los obstáculos a esta necesaria libre circulación de la información, el cibernético se muestra implacable en su análisis de los mecanismos del poder.